miércoles, 12 de mayo de 2010

¿Y que si lo pienso ahora?





¿Y que si lo pienso ahora?

El tiempo traspasará el universo,

el universo se volverá cenizas,

las cenizas se volverán recuerdo…

el recuerdo moverá corazones,

los corazones encontrarán el abismo,

el abismo tropezará con el tiempo…

Ruth L. Acosta

martes, 4 de mayo de 2010

Y sueño que sueño


Y sueño que sueño…



Y sueño que sueño,

y soñando despierto…

y encuentro tu rostro,

tan sereno y contento,

tan cercano y distante,

como el mar y el desierto,

y te miro y te olvido,

y te olvido y te recuerdo

y sueño que sueño,

y te miro de lejos…



Ruth L. Acosta

jueves, 18 de marzo de 2010

Un día como hoy...

Un día como hoy...

Un día como hoy, hace algunos ayeres... Dios me permitió ver el mundo... mi corazón está repleto de sensaciones bellas, sobre todo porque me siento tan agradecida (con Dios) porque (aún sin merecerlo) ha ido acomodando en mi vida bendiciones por doquier...

Gracias Señor por permitirme ser tan feliz al lado de mi familia y amigos, gracias porque te encuentro en cada ser que está a mi alrededor, gracias porque cada día es una oportunidad que me das de ser feliz, gracias porque a pesar de las dificultades y difíciles pruebas que me ha tocado afrontar, tú has estado siempre a mi lado, porque sin ti mi Señor no sería nada y contigo lo soy todo...


Tengo un corazón rebosante de dicha y repleto de bendiciones... Gracias Señor por tu Misericorida y tu Amor que son infinitos...

Gracias mi Dios por regalarme un año más de vida...!!

viernes, 5 de marzo de 2010

El Viejo y su Caballo Blanco




Ha llegado a mis manos ésta hermosa historia, la cual me afecta de manera especial, la comparto con mucho cariño...

El Viejo y su Caballo Blanco

Esta historia cuenta que en una lejana aldea había un anciano muy pobre, pero hasta los reyes le envidiaban porque poseía un hermoso caballo blanco.

Los reyes le ofrecieron cantidades fabulosas por el caballo pero el hombre decía: “para mí él no es un caballo; es un amigo. ¿Y cómo se puede vender a un amigo?”. Era un hombre pobre, pero nunca vendió a su caballo. Una mañana descubrió que el caballo ya no estaba en el establo. Todo el pueblo se reunió diciendo: “Viejo tonto. Sabíamos que algún día te robarían el caballo. Hubiera sido mejor que lo vendieras. Ahora no tienes el caballo y tampoco el dinero... ¡Qué desgracia!”.

“No vayamos tan lejos”, decía el anciano. “Simplemente digamos que el caballo no está en el establo. Éste es el hecho. Todo lo demás es vuestro juicio. Si es una desgracia o una suerte yo no lo sé, nadie lo sabe, porque esto es apenas un fragmento. ¿Quién sabe lo que va a suceder mañana?”.

La gente se rió de él. Siempre habían creído que el anciano estaba un poco loco. Pero después de 15 días, una noche el caballo regresó. No había sido robado sino que se había escapado. Y no sólo eso, sino que trajo consigo una docena de hermosos caballos salvajes. De nuevo se reunió la gente diciendo: “Tenías razón, anciano. No fue una desgracia sino una verdadera suerte”.

“De nuevo estáis yendo demasiado lejos”, dijo el anciano. “Decid sólo que el caballo ha vuelto, sólo el hecho. ¿Quién sabe si es una suerte o no? Es sólo un fragmento. Estáis leyendo apenas una palabra de una oración. ¿Cómo podéis juzgar el libro entero?”.

Esta vez la gente no pudo decir nada más, pero por dentro sabían que él estaba equivocado. Habían llegado doce caballos hermosos.

El anciano tenía un hijo que comenzó a entrenar a los caballos. Una semana más tarde se cayó de un caballo y se rompió las piernas. La gente volvió a reunirse y a juzgar. “De nuevo tuviste razón”, dijeron. Era una desgracia. Tu único hijo ha perdido el uso de sus piernas y, a tu edad, él era tu único sostén. Ahora estás más pobre que nunca”.

“Estáis obsesionados con juzgar”, dijo el anciano. “No vayáis tan lejos. Sólo decid que mi hijo se ha roto las piernas. Nadie sabe si es una desgracia o una fortuna. La vida viene en fragmentos, y nunca se nos da más que esto”.

Sucedió que, pocas semanas después, el país entró en guerra y todos los jóvenes del pueblo fueron llevados al ejército. Sólo se salvó el hijo del anciano porque estaba lisiado. El pueblo entero lloraba y se quejaba porque era una guerra perdida de antemano y sabían que la mayoría de los jóvenes ya no volverían.

“Tenías razón viejo. Era una fortuna. Aunque no funcionen sus piernas, tú tienes a tu hijo aún contigo. Los nuestros se han ido para siempre”.

“Seguís juzgando”, dijo el viejo. Nadie sabe. Sólo decid que vuestros hijos han sido obligados a unirse al ejército y que mi hijo no ha sido obligado. Este es el hecho. Sólo Dios sabe si es una desgracia o una suerte que así suceda”…

Al juzgar, al poner una opinión... una etiqueta, en ese mismo momento, nos limitamos a nosotros mismos... quedamos atrapados, estancados. Somos esclavos de nuestros juicios y opiniones.

Tomado del libro “El camino más Fácil” de Mabel Katz.

Cada vez que hacemos un juicio de una situación, a la que calificamos como “desafortunada”, rechazamos eso que se está gestando... que seguramente será infinitamente mejor... Cuando observo los acontecimientos pasados y recuerdo alguna de las experiencias que he calificado de “desafortunadas” en mi vida (y, créanme, no han sido pocas...), sólo puedo ver la oportunidad de AGRADECER a la Divinidad... Porque aquello que ha surgido después, en función de esas mismas circunstancias... sólo han sido BENDICIONES en mi vida... Y tal vez sólo se tardaron por mis juicios acerca de ellas.

Tú también puedes darte la oportunidad de agradecer, confiar, y vivir el AHORA... ESTE MOMENTO... que es lo único real que tienes... sin juicios... NO te limites!... así podrás estar abierto a recibir aquello que es correcto y perfecto para ti.

Autor desconocido

martes, 16 de febrero de 2010

Alguien se ha robado mi sueño…

Alguien se ha robado mi sueño…


Estuve inquieta toda la noche… no podía conciliar el sueño… había sido un día difícil, no me alcanzaron los dedos de las manos para contar todos los problemas y contratiempos que tuve que enfrentar, pero el día terminó… y con todo, la calma aún no hacía acto de presencia.


Entró por mi ventana, caminó por el pasillo y se detuvo a un lado de mi cama, me miró sonriendo, ¿Acaso finalmente me quedé dormida?… mientras tanto, me decía: -Hay sueños, que sólo lastiman el alma, hay sueños que sólo perturban… son ilusiones tontas que llevan a la nada… son fantasías que toman vida y se engañan a sí mismas, creyéndose una estúpida realidad, utopías, sin más ni más-… pude escuchar a lo lejos que aún susurraba… -Tomo los pensamientos vanos y sentimientos oscuros que pudieran ellos dejar, la vida está llena de heroísmos, de fantasías, llena de otra clase de anhelos, esos que te hacen vibrar, que te entregan una esperanza, los que dejan una luz en tu camino, los que de alguna forma, ahí deben estar… deja ya de perseguir la angustia, deja ya de llorar, no sufras por quien nada sufre, no te permitas abandonarte mientras tienes tanto que dar…-.

Era entrada la media noche, entre brumas y el silencio, vi un atisbo de ese ser luminoso que no me dejaba de contemplar… que pude verlo sin mirar, que pude sentirlo sin tocar, que traía consigo una buena dote de paz, de dulces sensaciones extrañas, de alivio, de libertad…

Por: Ruth L. Acosta

martes, 19 de enero de 2010

El Helecho y El Bambú


El Helecho y El Bambú


Un día decidí darme por vencido…renuncié a mi trabajo, a mi relación, a mi vida.

Fui al bosque para tener una última charla con Dios. –Dios-, le dije. -¿Podrías darme una buena razón para no darme por vencido?-.

Su respuesta me sorprendió…-Mira a tu alrededor-, me dijo.

-¿Ves el helecho y el bambú?–, -Sí-, respondí. -Cuando sembré las semillas del helecho y el bambú, las cuidé muy bien, les di luz y agua. El helecho rápidamente creció. Su verde brillante cubría el suelo. Pero nada salió de la semilla de bambú. Sin embargo no renuncié al bambú. En el segundo año el helecho creció más brillante y abundante, nuevamente, nada creció de la semilla del bambú-.

-Pero no renuncié al bambú- dijo Él. -en el tercer año, aun nada brotó de la semilla del bambú. Pero no renuncié- me dijo.

-En el cuarto año, nuevamente, nada salió de la semilla de bambú, pero no renuncié- dijo.


-Luego en el quinto año, un pequeño brote salió de la tierra. En comparación con el helecho era aparentemente muy pequeño e insignificante, pero sólo 6 meses después el bambú creció a más de 100 pies de altura (20mts). Se la había pasado cinco años echando raíces. Aquellas raíces lo hicieron fuerte y le dieron lo que necesitaba para sobrevivir-.

-No le daría a ninguna de mis creaciones un reto que no pudiera sobrellevar-.

Él me dijo, -¿Sabías que todo éste tiempo que has estado luchando, realmente has estado echando raíces? No renunciaría al bambú, nunca renunciaría a ti. No te compares con otros-.

El bambú tenía un propósito diferente al del helecho, sin embargo, ambos eran necesarios y hacían del bosque un lugar hermoso-. -Tu tiempo vendrá- Dios me dijo. -¡Crecerás muy alto!-.

¿Qué tan alto debo crecer?, pregunté. -¿Qué tan alto crecerá el bambú?- me preguntó en respuesta, -¿Tan alto como pueda?- Indagué. Nunca te arrepientas de un día en tu vida. Los buenos días te dan felicidad. Los malos días te dan experiencia. Ambos son esenciales para la vida. Continúa…

La felicidad te mantiene Dulce. Los intentos te mantienen Fuerte. Las penas te mantienen Humano. Las caídas te mantienen Humilde. El éxito te mantiene Brillante. Pero sólo Dios te mantiene caminando…

Autor desconocido.