domingo, 11 de enero de 2009

A mi Mami...



Mamá... como no dedicarle un espacio especial, y sobre todo, hoy en su cumpleaños...

Que puedo decir? De sólo pensarlo, se atraganta mi garganta. Es una de las mayores bendiciones en mi vida, el mayor ejemplo de fortaleza que podamos tener mis hermanas y yo.

Sin duda, es a quien más admiramos (porque voy a hablar, sin temor a equivocarme, en nombre de ellas también) y más respetamos en nuestra vida. No sólo le debemos el habernos sacado adelante -con un esfuerzo triplicado, dado que éramos tantas-, sino ser siempre un gran apoyo para todas nosotras en los momentos buenos, pero sobre todo en los difíciles. Recuerdo que fue un poco dura, y poco permisiva con nosotras, lo necesario, cosa que ahora lo agradezco, ya que gracias a ello, nos protegió de tantos peligros que acechaban por doquier, pero también recuerdo que se daba el tiempo de compartir con nosotras momentos divertidos. Formó a varias hijas, quienes hasta ahora puedo decir, somos buenas mujeres, buenas hijas, buenas hermanas y quienes hemos formado hermosas familias.

Es Usted para nosotras como una roca, dura y maciza, de donde nos agarramos fuerte cuando los vientos nos llegan a miles de kilómetros por hora. Representa nuestro hogar, nuestro equilibrio, nuestra mayor fuerza.

Se me vino a la mente una remembranza de las muchos que guardo, tengo tan presente, que estando en secundaria, la veía llegar a la escuela a preguntar por nuestras calificaciones y comportamiento. Cuando la veía pasar por los pasillos de la escuela, se me venía una emoción tan fuerte de saber que esa Señora Hermosa era mi Madre, y me llenaba de satisfacción y orgullo; recuerdo que me moría de ganas por decirle a mis compañeros quien era esa Señora.

Agradezco a Dios infinitamente, el que la tengamos con nosotros y además tan hermosa, llena de vitalidad y amor para todos, aún y cuando sea tan rezongona.

Dios la bendiga siempre, La Amo con todo mi corazón!

¡Feliz Cumpleaños Mami!

Deseo

Deseo

Éste deseo desesperado,
que corrompe mi alma...
sin que falte lo inesperado,
sin que pueda tener calma...

La fuerza, el valor y la esperanza,
presentes como un conforte,
ante un presente incierto,
doloroso y despierto.

Angustia que domina,
sin aceptar la razón,
percibiendo como falla...
la verdad en mi interior.

Ruth L. Acosta